Psicoterapia individual para adultos
Psicoterapia individual para adultos
Cuando estás sufriendo y sientes que vas en círculos, ir a terapia ayuda. Una visión exterior. La escucha profesional y sin prejuicios, el apoyo y la presencia del terapeuta ayudan a desbloquear una situación y a liberarse de un estado de ánimo infeliz.
El terapeuta ofrece sus conocimientos y técnicas terapéuticas, pero el verdadero motor del cambio es el cliente. Es el cliente quien se implica en el trabajo terapéutico, se enfrenta a las emociones, revisa ciertas partes de su historia y experimenta otras formas de actuar y de ver las cosas.
Antes de consultar a un terapeuta, es importante averiguar qué tipo de terapia ofrece. Pero incluso más que el tipo de terapia ofrecida, la calidad de la alianza terapéutica, la relación entre el psicólogo y el paciente, es un factor determinante en el éxito del tratamiento.
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Tengo formación en diversas psicoterapias:
- Hipnosis ericksoniana
- Terapia Rogeriana (o enfoque centrado en la persona)
- terapias cognitivo-conductualess
- sofrología
Hipnosis ericksoniana
¿Qué es la hipnosis?
La hipnosis es una práctica milenaria
La hipnosis es una práctica ancestral
Sólo a finales del siglo XVIII comenzó a separarse de lo religioso para convertirse en una práctica terapéutica.
Hoy en día, sigue teniendo un aura un tanto mágica. A menudo se piensa que permite retroceder a vidas pasadas o curarse al instante recuperando un recuerdo enterrado. O imaginamos que implica la sumisión a la voluntad de un hipnotizador todopoderoso…
Según Milton Erickson, el estado hipnótico no es más que la amplificación de un fenómeno natural. Se puede experimentar mirando las olas del mar, haciendo footing, bailando, rezando, meditando e incluso lavando platos o cortando verduras…
La hipnosis es un estado mental especial
En este estado, la atención está centrada. El mundo exterior pierde importancia. El cuerpo y la mente se aquietan.
Entramos en otro modo de relación con nosotros mismos y con el entorno; nos volvemos contemplativos… Este estado particular, que también se denomina: “estado modificado de conciencia”, “trance”, “estado sofrónico”… es muy útil en terapia y en la vida cotidiana. Nos permite no utilizar únicamente nuestra voluntad racional y consciente para resolver nuestras dificultades, sino dejarnos llevar y confiar en el conocimiento de nuestro inconsciente.
En el estado hipnótico, aprendemos a confiar en nuestros recursos. Este “dejarse llevar” es beneficioso para resolver muchas dificultades.
Erickson veía el inconsciente como una reserva de soluciones. El papel del terapeuta es dirigir al paciente hacia sus propios recursos.
El estado hipnótico facilita el cambio. En este estado, la persona tiene la posibilidad de experimentar otra forma de sentir y percibir las cosas. Libre de sus patrones de pensamiento habituales y de su visión rígida de los problemas, puede abrirse a otros puntos de vista más beneficiosos.
¿Cómo funciona una sesión de hipnosis?
Sentada o tumbada, la persona tiene los ojos cerrados o mira fijamente a un punto de la pared. Se le invita a ponerse cómodo. El terapeuta guía la atención de la persona… hacia sonidos externos… hacia determinadas zonas del cuerpo. La invita a relajarse. El terapeuta le lleva gradualmente a experimentar un estado hipnótico y a profundizar en él.
Esto sólo es posible si la persona lo desea. Ningún terapeuta tiene poder para ir contra la voluntad del paciente.
La gran mayoría de las personas experimentan una relajación profunda, una sensación de estar entre el sueño y la vigilia. Se sienten “un poco en otra parte”, “ausentes” o “hiperconscientes”.
Se ofrecen sugerencias directas (“se siente libre de sus dificultades”) o indirectas (“la mayoría de la gente puede aprender a relajarse”)… A veces el terapeuta cuenta una historia. En otros casos, lleva a la persona a anticipar su futuro o a rememorar recuerdos de la infancia…
Al final de la sesión, el paciente abandona el estado hipnótico suavemente mientras el terapeuta realiza una cuenta atrás.
Las aportaciones de Milton Erickson
Milton Erickson (1901-1980) fue un psiquiatra estadounidense que revolucionó la práctica de la hipnosis. Es famoso por su excepcional capacidad terapéutica.
Como enfermo de polio, desarrolló desde muy joven un agudo sentido de la observación y comprendió la influencia que cada persona tiene en la percepción de su realidad. Intentaba estimular los recursos y las posibilidades de adaptación de cada paciente. Para él, el inconsciente del paciente es capaz de encontrar una solución creativa a las dificultades. Nos dejó toda una serie de técnicas innovadoras de comunicación hipnótica. Con él, la hipnosis perdió su carácter autoritario.
Terapia centrada en la persona
¿Qué es la terapia centrada en la persona?
La terapia centrada en la persona o terapia rogeriana fue fundada en los años 50 por Carl Rogers. Los trabajos de este psicólogo sobre la escucha y la relación terapéutica han tenido un profundo efecto en las ciencias humanas.
Para Rogers, lo que más ayuda no es tanto la pericia del psiquiatra (sus conocimientos teóricos), sino la relación terapéutica y el “savoir-être” del terapeuta.
Propuso el término “cliente” en lugar de “paciente” porque en la terapia que propone: el experto es el cliente. El cliente es el motor del cambio y el depositario de la solución. El psicoterapeuta está ahí para ayudarle a encontrar su propio camino.
Si el cliente se siente acogido sin ser juzgado, si se siente libre para sentir y expresar las cosas como realmente las siente, si se siente profundamente aceptado y comprendido, podrá quererse más, afirmarse en su unicidad y desarrollarse lo mejor posible.
En la terapia rogeriana, la base del cambio no son las “herramientas”, sino la calidad de una relación humana auténtica.
Terapias cognitivo-conductuales
Exponerse al miedo
Uno de los principios fundamentales de la terapia cognitivo-comportamental es la exposición. En lugar de huir de lo que temes, ¡exponte a ello!
Pero cuidado, no de cualquier manera: se trata de exponerse poco a poco al miedo, muy suavemente, para no dejarse abrumar por la emoción.
Así, en las terapias cognitivo-comportamentales, existen técnicas de desensibilización progresiva. Esto implica exponerse a lo que uno teme, primero en el pensamiento, en la imaginación y luego en la realidad.
Las TCC (terapias cognitivo-comportamentales) hacen hincapié en la importancia de la experimentación, en el poder de las acciones. Nuestras acciones hablan más que nuestras palabras. Cuando evitamos algo que nos asusta, nuestra acción nos convence de que realmente existe un obstáculo insuperable, de que hay motivos para tener miedo. Al hacerlo, en nuestra propia mente se refuerza la idea de peligro.
Al enfrentarnos gradualmente al miedo, podemos darnos cuenta “en nuestras entrañas” de que el miedo no es tan terrible como nos parecía. Darse cuenta de ello a través de la experiencia cambia nuestras representaciones mentales.
El miedo es una reacción instintiva, controlada por el cerebro límbico, que es más rápido que el córtex que implica reflexión. Para calmar el miedo, es inútil razonar sobre él, debemos experimentar en nuestro cuerpo que el peligro no es tan terrible como habíamos imaginado.